Sin duda la elección de la paleta de colores es determinante a la hora de trazar la impronta de un ambiente. Y aunque tengamos muy claro el estilo que queremos impregnarle no siempre es sencillo conseguir un resultado armónico. Por suerte (o por Sir Isaac Newton) podemos recurrir al círculo cromático y acercarnos al mundo de las buenas combinaciones.
En este post nos vamos a enfocar en las nociones básicas.
Modelos de color
Puede sonar redundante pero los modelos de color sirven para clasificar los colores en torno a su composición. Son claves porque permiten visualizar colores precisos en medios digitales. Los más utilizados son RYB, RGB y CMYK.
Aunque el Modelo Tradicional de Coloración RYB (Red-Yellow-Blue o Rojo-Amarillo-Azul) no es tan exacto como el CMYK (Cyan-Magenta-Yellow-Key o Cian-Magenta-Amarillo-Negro) será suficiente para adentrarnos en el tema. La base de este modelo son los colores primarios y las combinaciones que pueden obtenerse a partir de ellos (colores secundarios y terciarios).
En resumen, de acuerdo al modelo RYB los colores se clasifican en:
Colores primarios: no pueden obtenerse a partir de otros colores.
Colores secundarios: También son tres y resultan de mezclar los colores primarios. De esa manera obtenemos:
Colores terciarios: Se obtienen combinando en partes iguales un color primario y uno secundario
Entonces el círculo cromático queda configurado por 12 partes iguales: 3 colores primarios, 3 colores secundarios y 6 colores terciarios.
Una aclaración fundamental es que BLANCO, NEGRO Y GRIS son colores acromáticos (colores sin color). Por este motivo los denominamos VALORES y no figuran en el círculo cromático.
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